Historia de los discursos de 27 de febrero.
Por FELIX BETANCES.
Un discurso es la organización y estructuración de varias
ideas que se expresan en forma ordenada, con la finalidad de dar a conocer
algo, ya sea en forma didáctica es decir con el objeto de enseñar o instruir; o
con la finalidad de informar, promover u ofrecer algo con miras hacia un futuro
determinado.
A juzgar por la forma de elaboración y manejo que cada
mandatario imprime a su pieza oratoria, se puede decir que cada uno elabora un
traje a su medida.
Año tras año, al ser evaluados los discursos de los
presidentes, encontramos diversas y variadas opiniones, unas a favor y otras en
contra; es decir que se puede asegurar, que ninguno ha llenado las expectativas
del total de la población ya que no siguen un patrón establecido, ni tampoco un
orden específico.
Son varios los factores que pueden definirse al respecto:
primero, no hay forma de evaluar justamente la realización de actividades,
debido a que en muy pocos casos, por no decir en ninguno, se trata de
programaciones ni proyecciones previamente planificadas, es decir que cada uno
anda haciendo lo que más le acomoda, haciendo las inversiones en los sectores y
áreas que más les conviene resaltar, dejando de lado en la mayoría de los
casos, las principales necesidades de la población.
Se convierten en
brillantes piezas oratorias, pero vacías de contenido, ya que dicen gobernar
para el pueblo y en nombre de éste, pero sin tomarlo en cuenta.
Cada año se somete al Congreso Nacional un proyecto de
Presupuesto y una Ley de gastos públicos, pero a qué sector de la población se
toma en cuenta?, o sea que actúan a nombre del pueblo obviando si este está a
conocimiento de lo que se está haciendo y de si está acorde con lo que se hace.
Entre ellos hemos escuchado discursos politiqueros en los que
más que rendir cuentas de los recursos recibidos y gastados o invertidos, han
estado dirigidos más a destacar las cualidades del presidente y a motivar
incluso la necesidad de que éste continúe al frente del poder en caso de años
electorales principalmente.
No basta la duración de los discursos ni el colorido que cada
expositor le imprima, mientras más abultada es su carga emotiva y económica,
peores son los beneficios que de ellos recibe el pueblo en su ejecución real y
cada año, es mayor la carga económica y el endeudamiento de la sociedad, además
del costo real que año tras año, afecta más y más, los bolsillos de los
ciudadanos.
Finalmente y lo más lamentable de todo, es que en cada
período, engrosa la lista de los que se hacen millonarios a costa de los
recursos del pueblo, con la cobija de quienes nos gobiernan y apoyados en cada
Presupuesto Nacional, mientras que inversamente proporcional a esto, también aumenta
el listado de pobres e indigentes, desamparados de la caridad pública.
¿Cambiará esto alguna vez o será un destino eterno?.